Resultado de la convocatoria del tour Eurochannel, Historias para contar historias.

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Felicitamos a la escritora Olga Reinoso, autora de “Macedonia”, el texto ganador de la convocatoria Historias para contar Historias.




Macedonia
¡Malditos sean la Biblia, el marketing y las horribles construcciones culturales!
¿Qué pasa con la libertad, qué pasa con mi cuerpo? ¿Siempre estaré encadenada a lo que quieran los otros? Y yo qué.
No quiero parir hijos con dolor, no quiero cambiar pañales, ni dar la teta, ni pasarme noches sin dormir, no quiero ser “pobre mi madre querida”. ¡Fuck you!
Quiero fornicar tranquila, sin temor a perder la regla porque un espermatozoide degenerado tenga la mala leche de fecundar mi óvulo falopeado.
¿A quién carajo se le ocurrió que las mujeres teníamos que quedar preñadas para cumplir con el “creced y multiplicaos”?
¿Alguien tiene dudas de que Dios es hombre?
Pero no van a poder conmigo, voy a zafar, voy a volver a ser libre, voy a poder follar con él como una gata en celo y que no vuelvan a llenarme el bombo.
¿Qué dónde fueron a parar mis instintos maternales, que la vida de una mujer no está completa si no tiene un crío? ¡Patrañas! ¡Perversa confabulación de la sinarquía patriarcal!
Porque nos tienen miedo y así creen que nos van a tener atadas, sometidas. ¡Si se pudren! A mí nadie me encadena y menos una cría parlanchina que no para de preguntar, preguntar y preguntar. Y mirarme con esos ojos, por Dios, ¡esos ojos!
Cuando cerró la puerta del orfanato, una sensación de libertad la elevó en sus brazos como una alfombra mágica. Y así, tragándose el aire nuevo a borbotones, se deslizó hacia la calle en busca del tesoro. La esperaba una vida sin ataduras, puro placer, pura aventura. Se sintió liviana, joven, bella, deseable. Un ardor en la entrepierna le recordó que estaba viva y dispuesta.
Esa esclava liberta dirigió sus pasos al encuentro del amor de un hombre, de su brutalidad, de su sexo salvaje, de las noches perdidas en las garras de la droga y el alcohol.
Se dirigió a su puerta con el corazón desbordante. Nadie abrió. Silencio sepulcral.
Caminó rumbo a las vías y bajó por el terreno pedregoso hasta hallar un rincón húmedo y profundo bajo un puente. El vacío la avorazó. Comenzó a subsumirse, la mujer liberta devino en desterrada, desamparada, paria, huérfana, criminal.
Los ojos de su hija la rodeaban, la taladraban, no le daban sosiego.
Olga Liliana Reinoso

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